9. Monumento a Rafael Alberti

Ubicación: Avenida de las Américas, Puerto de Santa María 

                                                                La arboleda perdida, Rafael Alberti

                                                                          LIBRO SEGUNDO(1917-1931)

"... Y me veo, todavía en los ojos mal dormidos el deslumbre fugaz de la Giralda sevillana, en la plaza de Atoche, de Madrid. Mayo de 1917. ¡Desilusión y tristeza! Mañana gris, sin sol, de ese finísimo plata madrileño, que supe querer luego, pero que en aquel día de la llegada me pareció del negro más desesperante. ¡Dios mío! Yo traía las pupilas mareadas de cal, llenas de la sal blanca de los esteros de la isla, traspasadas de azules y claros amarillos, violetas y verdes de mi río, mi mar, mis playas y pinares. Y aquel rojo-ladrillo de chatos balcones oscuros, colgado de goteantes y sucias ropas que me recibía, era la ciudad ---¡la capital de España!---que osaba mi familia cambiar por el Puerto. !Traernos a vivir a esta carbonera! La casa que ya nos tenía alquilada mi padre se encontraba no lejos de la estación del Mediodía, en la misma calle de Atocha. Nuevo motivo de desilusión y protesta.

---Aquí no viviré ni un minuto. Pipi y yo nos volveremos al Puerto ---decidí claramente en alta voz, comprometiendo a mi hermana la más chica, sin ni siquiera haberla consultado."

Elegimos el primer fragmento del segundo libro de La arboleda perdida para ilustrar el monumento Rafael Alberti. En efecto narra un día de mayo 1917, cuando la familia Alberti se mudó en la capital madrileña. El poeta de quince años describe con emoción su llegada en Madrid significando el final de un capítulo de su vida en el Puerto de Santa María. Este fragmento nos parece muy interesante y pertinente para reflejar el importante vínculo simbólico y poético que une la ciudad del Puerto con el poeta Rafael Alberti.

Al contrario del azul del mar del Puerto, del sol de su ciudad natal, su "río", su "mar", sus "playas", el adolescente de quince años se encontró en toda desilusión cuando llegó en Madrid, lo que traduce y testimonia "¡Desilusión y tristeza!", "¡Dios mío!", "Nuevo motivo de de desilusión y protesta."